No estoy aquí,
existo sólo a medias
y sólo una mitad de mí respira.
la otra mitad ha huido.
Quién sabe hasta qué punto tengo vida.
Sueño despierta
y cuento los segundo, las palabras
y las veces que me duele el corazón.
Por contar, cuento hasta los pasos
que mis pies no se atreven a dar,
los días fugaces
que no aportan nada nuevo a mi existencia,
el vacío...
Cuento las veces que mentí
y las que fui capaz de todo.
Hubiera dado cualquier cosa porque tú
también sintieras este extraño amor
amargo, dulce, fuera de la razón,
de toda lógica.
No soy real,
hoy no, me extingo, muero
y trato de nacer con otro nombre,
con otra identidad y sin recuerdos.
Quiero que mi memoria quede en blanco.
Quiero enterrar mis sueños desterrados
y no buscarte más.
Daría un paso al frente si mis alas
no se hubieran secado.
Si mis ojos aún vieran.
Pensé que si miraba al sol
su luz me envolvería,
mas no fue así,
me hirió dejando ciegas mis pupilas.
No sé si encontraré de nuevo el rumbo.
No estoy aquí,
en esta inmensa tierra
ni en la luna que brilla y me despierta.
Mi mente flota,
vuela al son del viento.
Soy ese pensamiento que te busca
y quiere darte alcance,
mas no llega...
Lorena Bonillo, 2002
Oculto tras los muros del amor
se encuentra tu nombre.
Alguien debió escribirlo, no lo sé,
sólo sé que es imborrable.
Y lo tapo con las manos, lo acaricio,
luego miro hacia otro lado.
Tu nombre me persigue a donde voy
y no sé cómo evitarlo...
Lorena Bonillo, 2010
Nos dormimos,
y yo no desperté a la misma hora
ni tú soñaste en despertar conmigo.
Te fuiste haciendo ajeno, casi extraño.
Un corazón de hielo, impenetrable
y unos ojos que muestran sólo ausencia.
¿Por qué no hablamos de vida, ni de sueños?
Ni tan siguiera de compartir un mundo.
Sólo forzamos los pasos,
levantamos un castillo inalcanzable
y nos fuimos alejando lentamente.
Y aquí seguimos, soportando en las espaldas
los escombros de una vida, los recuerdos
que se han ido haciendo más y más pesados
y nosotros sin saber qué hacer con ellos.
¿Qué hacemos?
Resistimos hasta que un día nos sepulten,
o los soltamos
y empezamos a querernos?
Lorena Bonillo, 2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario