Hay una extraña calma en el ambiente.
El día ha despuntado.
Sólo un sonido agudo
se escucha allá a lo lejos
y estoy en paz.
No creo en Dios, pero siento esa voz
que me habla desde fuera.
Respiro, y todo lo que viene a acontecer
así debía de ser,
lo estaba presintiendo.
Hay que soltar, saber soltar a tiempo
y dejar que los pesares
se vayan con el viento...
Lorena Bonillo 28/8/24
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