En este poema hablo acerca de algunos episodios de ansiedad durante la noche. Hay días en que estoy dormida (no profundamente, pero sí he empezado a dormirme) y de repente una sensación angustiosa me despierta. Viene a ser como una crisis de pánico, pero al abrir los ojos y respirar, mi parte racional aplaca esa ansiedad y vuelvo a dormirme. Es algo que me sucede desde hace bastantes años.
Al expresar mis vivencias, pensamientos, mis ideas, es como si todo se reorganizase dentro de mi. Por eso, casi siempre lo que escribo tiene que ver con los miedos, con la melancolía, con todas esas emociones que debemos mantener bajo control para no perder el balance de uno mismo.
Escribo desde que era niña, siempre me ha ayudado a discernir, a ver con mayor claridad. Para mí es un don o una suerte tener esta capacidad de "autorregularme emocionalmente", y poder compartirlo, por si a alguien le llega...
Qué hacemos con este tiempo que nos es dado
cuando en verdad somos conscientes
de que todo es efímero.
Dime, qué hacemos cuando llega la edad de hacerle frente
a ese gris escozor de la rutina,
al temor a la muerte, a los sueños marchitos...
Todos tratamos de llenar ese vacío.
La aceptación de las reglas, es la vida
y no nos queda más remedio que asumirlo.
Nos convencemos de que actuando con coherencia
lograremos mantener el equilibrio.
(Una utopía).
Pero hay momentos
y algunas noches impregnadas de silencio
en que el alma se encoge
y el latido se escucha más profundo.
Y no sé si es el miedo, o la tristeza,
o una mezcla de ambos acechando,
que mi pecho se convierte en una bóveda
tan oscura como el interior de un pozo.
En ese instante, respiro
y hago el esfuerzo para no venirme abajo
pero jamás consigo descansar del todo.
Llegué a esa edad en que el sueño ya se acorta.
El despertar se torna brusco y repentino
y cuando pienso en el futuro, me pregunto
si lograré saltar los charcos del camino.
Lorena Bonillo, 18/10/2024
No hay comentarios:
Publicar un comentario