Puede que él exista
y puede que lo tenga justo enfrente
y no lo vea.
Puede que nos hayamos visto en algún sitio.
Que no sepa mi nombre,
que sólo me imagine.
Posiblemente un día
del modo más casual y más absurdo
se crucen nuestras vidas
y todo empiece con un simple "hola"
al girar una esquina.
Que todo fluya fácil.
Y quién sabe si él ama la poesía,
si él ama los silencios.
Puede que un día me dedique un verso,
que un beso suyo caiga en mi mejilla
y que al mirarnos lleguen las respuestas.
Que yo aplaque su furia, y él la mía.
Ha de ser, sí, lo creo.
¿Por qué no ha de existir?
No es tan difícil.
Y estará, como yo, decepcionado.
Cansado de toda la hipocresía,
cansado de los ruidos y las gentes,
de relaciones huecas y vacías.
Alguien que cuando busque estar conmigo
lo haga porque le nace
y no porque requiera compañía.
Puede ser que él me espere
y que me esté buscando, sin saberlo.
Que se pregunte acaso si yo existo,
que sienta una extraña melancolía
aleteando en el pecho.
Que aún no me ponga rostro, pero sepa
que me conocerá en algún momento.
Y es posible que ya estemos conectados,
unidos a nivel de pensamientos.
Es muy posible que ya me presienta
del mismo modo que yo le presiento...
Lorena Bonillo. 23/1/25
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