De su recuerdo, me quedó la luna
que brillaba en sus ojos.
El timbre de su voz suena lejano,
y hace ya muchos años
se volvió un eco mudo.
El tiempo carcomió los sentimientos
y nos dejó tan solos...
Él no es él,
yo no soy.
¡Qué espiral tan siniestra!
Dentro, todo es oscuro...
Mi pecho se asemeja a un templo en ruinas,
a un paisaje desierto
(sólo crece maleza).
Y mi capacidad de dar y recibir amor
hace tiempo cayó en la boca de un embudo.
No sé cuando se gangrenó esta llaga
pero nada la cierra.
Me aprieta...
Se ciñe a mis entrañas como un nudo.
¿Por qué ya no consigo volver a querer?
¿Por qué, si yo lo intento?
En qué momento ya dejé morir
el corazón, los sueños
y renuncié a la posibilidad
de volver a sentir...
¿Habrá manera de que un día consiga
despertar del letargo,
no morir por un día?
Levantar de mi fosa esta losa.
asomar la cabeza,
cauterizar mi herida...
¿Podré creer en la resurrección,
creer en el amor?
Ciertamente, lo dudo
pero sigo dispuesta a abrir la puerta
a quien tenga el valor de intentar
arrancarme del pecho este escudo.
Lorena Bonillo 21/12/24
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